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El ejercicio regular no solo ayuda a tonificar los músculos y dar forma a su cuerpo, sino que también puede prevenir una gran cantidad de enfermedades.
Un estilo de vida sedentario conduce a problemas cardíacos, diabetes, presión arterial alta y algunos tipos de cáncer.
Aunque todas estas enfermedades antes mencionadas son potencialmente mortales, el cáncer es la peor de todas.
Es probable que las personas obesas desarrollen esófago, pulmones, colon, cabeza, riñones, cuello, recto, vejiga y mama, así como dos cánceres de la sangre (mieloma y leucemia mieloide).
Estas afecciones generalmente se desarrollan debido al aumento de los niveles de ciertas hormonas y el ejercicio, por otro lado, ayuda a regular estas hormonas cancerosas.
La actividad física ayuda a acelerar la digestión, lo que puede reducir el tiempo que las sustancias potencialmente dañinas están en el colon.
Además, muchos estudios han demostrado claramente que el ejercicio regular es muy productivo en el tratamiento del cáncer.
Es por eso que los médicos recomiendan moverse mejor que descansar cuando se tiene algún tipo de cáncer.
Siga leyendo para obtener más información sobre cómo el ejercicio ayuda a las personas antes, durante y después del tratamiento contra el cáncer.
1 La relación entre la actividad física y el riesgo de cáncer:
Continúan circulando pruebas de que el comportamiento sedentario (sentarse, acostarse o acostarse durante largos períodos de tiempo (además de dormir)) es un factor de riesgo para desarrollar ciertos cánceres y muerte prematura.
Hay 13 tipos de cáncer que están estrechamente relacionados con la obesidad, incluidos meningioma, mieloma múltiple, adenocarcinoma de esófago y cánceres de tiroides, mama posmenopáusica, vesícula biliar, vesícula biliar, estómago, hígado, páncreas, riñones, ovarios, útero, colon y recto. .
El ejercicio no solo puede prevenir estos cánceres hasta cierto nivel, sino que también ayuda a curar esta enfermedad crónica si ya tiene uno de estos cánceres.
Las personas que no tienen ningún tipo de cáncer pueden hacer cualquier ejercicio intenso que deseen, pero aquellas con ciertos síntomas de cáncer deben recomendar que su médico haga ejercicio.
2 ¿Qué hacer antes de embarcarse en una rutina de ejercicios mientras recibe tratamiento contra el cáncer?
Si bien comenzar o mantener una rutina de ejercicios puede ayudarlo a combatir estas enfermedades mortales, se recomienda encarecidamente que consulte a su médico antes de comenzar un programa de ejercicios durante o después del tratamiento del cáncer.
Esto se debe a que su médico lo guiará sobre qué ejercicio debe elegir en función de su capacidad para hacer ejercicio.
La elección del ejercicio dependerá del tipo de cáncer que tenga, los tratamientos utilizados, su nivel de condición física, los efectos secundarios que esté enfrentando y otros problemas de salud que esté enfrentando.
El cáncer seguramente está debilitando su cuerpo y no podrá seguir la misma rutina de ejercicios que antes.
Y una vez que reciba el tratamiento, su cuerpo necesitará tiempo para fortalecerse antes de contraer cáncer.
Puede consultar con un especialista calificado en ejercicios para el cáncer que pueda diseñar el mejor programa de ejercicios para su situación particular.
Pautas de ejercicio:
En lo que respecta a la prevención del cáncer, las recomendaciones generales de actividad física recomendadas son similares a las recomendadas para todos:
150 minutos de actividad de intensidad moderada o 75 minutos de actividad de intensidad vigorosa cada semana.
Y para aquellos que luchan contra estas enfermedades devastadoras, los investigadores recomiendan hacer 30 minutos de actividad aeróbica moderada 3 veces a la semana y entrenamiento de fuerza como pesas 2-3 veces a la semana. Esta recomendación funciona universalmente.
Algunos ejercicios que han demostrado ser beneficiosos durante el tratamiento del cáncer:
Ejercicios de respiración:
Los pacientes con cáncer generalmente tienen dificultad para respirar o dificultad para respirar.
Este problema les impide realizar actividades físicas, por lo que los ejercicios de respiración ayudan a respirar cómodamente y exhalar el aire de los pulmones, lo que puede mejorar su resistencia.
Además, los ejercicios de respiración también pueden desestresar los músculos tensos.
Alargamiento:
El estiramiento regular es una excelente manera de mejorar su flexibilidad y postura. Mejora la circulación de sangre y oxígeno a todos los músculos de su cuerpo, además de ayudar a su cuerpo a repararse a sí mismo.
El estiramiento puede ayudar especialmente después de la radioterapia porque puede limitar su rango de movimiento y hacer que sus músculos se pongan rígidos. Además, el estiramiento puede romper el tejido cicatricial después de la cirugía.
Ejercicios de equilibrio:
Las personas con cáncer a menudo experimentan una pérdida de equilibrio. El ejercicio de equilibrio puede ayudar a controlar este efecto secundario del cáncer y restaurar la función y la movilidad que necesita para reanudar sus actividades diarias de manera segura.
Además, mantener un buen equilibrio puede ayudar a prevenir lesiones, como caídas.
Ejercicio aerobico:
También conocido como ejercicio cardiovascular, ayuda a aumentar la frecuencia cardíaca.
Este tipo de ejercicio fortalece el corazón y los pulmones y puede ayudarlo a sentirse menos cansado durante y después del tratamiento.
Caminar es la forma más fácil de hacer ejercicio aeróbico. Por ejemplo, su médico podría sugerirle caminar de 40 a 50 minutos, de 3 a 4 veces por semana, a un ritmo moderado para aumentar su frecuencia cardíaca.
Entrenamiento de fuerza:
Quienes están en tratamiento contra el cáncer a menudo experimentan pérdida de masa muscular debido a un estilo de vida menos activo.
Además, algunos tratamientos contra el cáncer también pueden provocar debilidad muscular.
El entrenamiento de fuerza, o entrenamiento de resistencia, es muy beneficioso para los pacientes con cáncer porque le ayuda a mantener y desarrollar músculos fuertes.
Además de ayudarlo con sus actividades diarias, estos ejercicios pueden ayudar a combatir la osteoporosis, un hueso debilitado que pueden causar algunos tratamientos contra el cáncer.
¿Por qué hacer ejercicio?
El ejercicio regular puede ayudar a los pacientes con cáncer de varias formas.
Existe una amplia evidencia que respalda el hecho de que el entrenamiento físico es generalmente seguro para los pacientes con cáncer y que cada paciente debe mantener un cierto nivel de actividad física.
El ejercicio puede reducir la inflamación, regular el azúcar en sangre y las hormonas sexuales y mejorar el metabolismo y la función inmunológica.
Todo depende del tipo de cáncer que funcione mejor el mecanismo. En el caso del cáncer de mama, los beneficios del ejercicio realmente se relacionan con el impacto sobre las hormonas sexuales.
Existe evidencia clara de que el entrenamiento físico es seguro en personas que tienen o pueden desarrollar linfedema por cáncer de mama.
Además, el ejercicio también puede afectar el desarrollo o el riesgo de cáncer al reducir la obesidad, un factor de riesgo para muchos cánceres.
Hay una escasez de razones exactas por las que el ejercicio afecta a algunos cánceres, pero se están realizando más ensayos para responder a esta pregunta.
Además, los resultados de la investigación han planteado la posibilidad de que el ejercicio, además de la mama, pueda tener efectos beneficiosos sobre la supervivencia de los pacientes con cáncer colorrectal y de próstata.
Cáncer de mama:
Las investigaciones han demostrado que las sobrevivientes de cáncer de mama que eran las más activas físicamente tenían un riesgo 42% menor de muerte por cualquier causa y un riesgo 40% menor de muerte por cáncer de mama que las que eran las menos activas físicamente.
Cáncer colonrectal:
Los resultados de varios estudios epidemiológicos sugieren que la actividad física después de un diagnóstico de cáncer colorrectal se asocia con un 30% menos de riesgo de muerte por cáncer colorrectal.
Cáncer de próstata:
Existe evidencia limitada de que la actividad física informada después de un diagnóstico de cáncer de próstata se asocia con un 33% menos de riesgo de muerte por cáncer de próstata.